El voluntariado corporativo se ha dado a conocer como una herramienta para llevar a cabo las políticas de RSC de las corporaciones. Con su impulso, se incita a los trabajadores a promover el desarrollo de comunidades locales o grupos más humildes, del mismo modo que se fortalece el trabajo en equipo y se maximiza el sentido de pertenencia.

Un ejemplo de este crecimiento es en la Mondelez Internacional Iberia, conocida por marcas como Fontaneda, Philadelphia, Oreo o Milka y por la puesta en marcha de su programa de voluntariado corporativo.
“Tiene su origen en 2009, aunque la compañía llevaba ayudando a las comunidades donde estábamos presentes más de 30 años en forma de donaciones económicas o de producto. Pero en 2009 los países donde estaba operativa la compañía, en torno a 160, recibimos la propuesta de empezar en nuestros mercados a hacer voluntariado y en España cogimos el guante rápidamente”, confesó Esther Patino, CEO de asuntos corporativos y comunicación de Mondelez International Iberia.
“En el origen, el planteamiento del voluntariado era de una semana, con poquitas ONG. Y en 2012 pasamos de una semana a un mes. Y a día de hoy nuestro voluntariado es una actividad permanente todo el año”, resaltó la ejecutiva.

En Mondelez son los propios trabajadores quienes promueven las iniciativas de voluntariado. Además, quiénes mejor capacitados para ello que, literalmente, la cara y los impulsores de las actividades en los centros de la compañía en territorio ibérico.
“Nosotros somos el nexo de unión entre cada una de las distintas organizaciones para gestionar y preparar las actividades”, aseveró Ana Rueda, quien se desenvuelve como analyst sales operations en Mondelez International Iberia y champion en la sede de la ciudad de Madrid, en España.