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Resultados vs procesos
Uno de los aspectos que más me interesado de los capítulos que analizamos en esta entrada consiste en la diferencia que establecen los autores entre medir resultados de aprendizaje y medir procesos de aprendizaje. Esta distinción está en el fondo de muchas discrepancias acerca de la mejor manera de comprobar que se ha aprendido, un tema espinoso al que ya hemos dedicado alguna entrada.
Por un lado, podemos medir resultados de aprendizaje. El ejemplo más claro es realizando un test de retención que mida cuánto queda de algo que aprendiste hace un tiempo, por ejemplo, explicando con tus palabras una idea que hayas aprendido. También se puede comprobar un resultado de aprendizaje mediante un test de transferencia, tratando de aplicar lo aprendido a nuevos contextos, por ejemplo respondiendo a preguntas como: qué relación tiene un fenómeno con otro, o qué pasaría si ese fenómeno variara en alguno de sus condicionantes.
Por otro lado, podemos medir procesos de aprendizaje mediante auto reportes, pensamientos en alto, seguimiento ocular o el tiempo que cada persona pasa en una diapositiva o sección de un documento. En este caso, lo que medimos no es estrictamente el resultado final, sino el propio proceso que ha seguido la persona para aprender algo.
Tanto si medimos resultados de aprendizaje, como si medimos procesos, al final el objetivo es desarrollar una teoría que cumpla con cuatro criterios: ha de ser plausible, es decir, coherente con principios cognitivos. Ha de ser comprobable. Además, ha de ser plausible, coherente con resultados previos; y aplicable, relevante para la educación.
Pilares de una teoría del aprendizaje multimedia
Hay varios pilares previos de la teoría del aprendizaje multimedia que los autores manejan. El primer pilar es la teoría de la codificación dual de Alan Paivio (1986). Este autor propone que existe un modo de conceptualizar basado en modalidades sensoriales, y otro modo de representación que tiene dos entradas: una verbal y otra pictórica. Cada uno de estos dos canales tiene una limitada capacidad de procesar la información. Por ejemplo, podemos recibir información de manera verbal y pictórica a la vez, pero resulta imposible entender dos conversaciones a la vez, porque ambas comparten un mismo canal de entrada: el verbal.
Otro de los pilares de esta teoría es el procesamiento activo. Implica la construcción de representaciones mentales y estructuras de conocimiento que se han coherentes, por ejemplo, relaciones de causa efecto, comparación, generalización y clasificación. Se basa en un modelo que ya hemos comentado en anteriores entradas, el modelo SOI, que parte de tres procesos:
- Selección de palabras relevantes para el procesamiento verbal, y de imágenes relevantes para el procesamiento visual.
- Organización en un modelo verbal, y en un modelo pictórico.
- Integración de ambas representaciones, para lo que necesito además, motivación para sostener este esfuerzo, y meta cognición para diferenciar lo relevante.
Para entender mejor la teoría os propongo un ejemplo: si yo digo que el aire caliente sube, está recibiendo un mensaje verbal que recibe la señal, a la que puedo acompañar de una flecha roja que indique hacia arriba. De forma que vas a seleccionar ambas señales, y vas a construir un modelo verbal del movimiento de la corriente de aire caliente, que puede resultar en la interpretación correcta de un fenómeno como el movimiento de aire en un radiador.
De hecho, este teoría nos dice que cualquier persona que aprende parte de imágenes y palabras tal y como aparecen en cualquier presentación multimedia. En la memoria sensitiva, se convierten en representaciones acústicas y pictóricas que se desvanecen rápido si no se les presta atención. En la memoria de trabajo, ocurre un procesamiento que constituye los bloques de construcción de un esquema, por ejemplo, relacionando con flechas y pensando como decíamos antes: el aire caliente sube. Esto conlleva la construcción de un modelo verbal y pictórico, integrando ambos, y generando una representación del fenómeno, que es la que queda codificada y almacenada en la memoria a largo plazo.
En resumen, el aprendizaje multimedia ocurre cuando una persona comprende lo que se le presenta, es decir, cuando utiliza la representaciones externas para construir representaciones internas.
Esta idea de aprendizaje multimedia me parece fundamental y me ayuda muchísimo para entender cómo utilizar cualquier entorno digital para favorecer el aprendizaje. La representaciones externas son más precisas, pero en nuestra representaciones internas incluimos el conocimiento previo relacionado. Al conectarlo con una red de esquemas ya existente, esa representación interna es la que de verdad nos va a ayudar a comprender y a integrar nuevos aprendizajes.
Otra de las ideas que nos aporta el texto es que la utilización de imágenes y de información textual tiene diferentes objetivos. En general, las personas suelen hacerse una idea general con la información verbal o textual, mirando brevemente a la imagen para construir el modelo mental. De esta manera, la información verbal suele ser mejor par proveer de una guía conceptual, mientras que las imágenes nos proveen de un acceso más rápido e información específica. En general, las imágenes proporcionan un apoyo específico para entender ciertos procesos, y los textos proporcionan el contexto general. Un artículo de 2020 lo resume muy bien: el texto guía el análisis conceptual del lector describiendo paso a paso, mientras las imágenes funcionan como herramientas cognitivas externas para ampliar la representación y el modelo mental.
Este párrafo tiene una consecuencia muy importante, y es que en general, es más efectivo presentar primero una imagen y luego el texto. La imagen actúa como un andamio para construir un modelo mental, y el texto añade los detalles necesarios. Si se presenta primero el texto, se deben seleccionar los detalles antes de contar con un modelo mental claro, lo cual puede resultar complicado. Además, las imágenes presentadas posteriormente podrían interferir con el modelo mental ya formado.
Un ejemplo claro de esto es lo que ocurre cuando un libro como El Señor de los Anillos o Harry Potter se adapta al cine. Si primero has leído el libro, ya has creado un modelo mental de los personajes, imaginando detalles de su apariencia. Al ver la película, las imágenes pueden alterar o interferir con ese modelo. En cambio, si ves primero la película, al leer el libro ya tienes un modelo visual de cómo lucen personajes como Harry Potter o Gandalf, lo que dificulta imaginar otros aspectos.
En el aprendizaje, es preferible seguir este segundo enfoque, ya que facilita la construcción de modelos mentales por parte de los estudiantes, aunque en el caso de libros y películas este no siempre sea el escenario ideal.
Para acabar esta entrada dos claves importantes en la utilización de imágenes. La primera es que debemos utilizar solo imágenes apropiadas para la tarea, estas son las que mejoran el aprendizaje. Las que ayudan a la construcción de modelos mentales.
La segunda idea es fundamental: cuando se presentan varias imágenes, el cerebro solo las procesará a nivel cognitivo si el esfuerzo requerido para hacerlo resulta beneficioso en relación con la tarea de construir un modelo mental coherente. Esto significa que, para que el procesamiento de esas imágenes ocurra, deben aportar algo valioso o relevante para la comprensión de la información.
Si las imágenes son redundantes o no contribuyen de manera significativa a la construcción del modelo mental, el cerebro tiende a ignorarlas. En otras palabras, si el procesamiento de dichas imágenes requiere demasiado esfuerzo y no ofrece una clara ventaja en términos de comprensión o creación de significado, el cerebro optará por no invertir recursos cognitivos en ellas.
Este fenómeno se debe a que nuestra capacidad de procesamiento cognitivo es limitada. Si una imagen no agrega información útil o nueva para la construcción del modelo mental, el esfuerzo requerido para procesarla no será «compensado» con un mejor entendimiento. De hecho, un exceso de imágenes irrelevantes puede sobrecargar al estudiante, reduciendo su capacidad para centrarse en las imágenes realmente valiosas, y entorpeciendo así el aprendizaje. Por lo tanto, para que las imágenes apoyen eficazmente la comprensión, es crucial que estén alineadas con la tarea de construcción del modelo mental y no se presenten de manera excesiva o superflua.
En resumen, el uso eficiente de imágenes en el aprendizaje depende de que estas aporten un valor claro a la construcción del significado. Cuando no es así, el esfuerzo cognitivo que implica procesarlas no compensa, y el cerebro las descarta en favor de elementos más útiles para la tarea.