Un nuevo informe de Acción contra el Hambre publicado recientemente analiza la vinculación entre los conflictos armados y el hambre. La investigación denuncia que las guerras agravan la crisis de inseguridad alimentaria. La destrucción de cosechas y pastos, el saqueo de bienes productivos, la contaminación por el uso de minas y la destrucción de servicios e infraestructuras básicas, bloqueos y ataques a trabajadores humanitarios, se dan habitualmente en los conflictos y provocan cada vez más el hambre. Frente a esta situación, expertos de la ONG piden medidas urgentes para reducir el impacto que los conflictos tienen en la seguridad alimentaria y así contribuir a una paz sostenible.
Claramente, el mundo no está en situación de poder cumplir el objetivo global de erradicar el hambre para 2030. El último informe publicado por Acción contra el Hambre (ACH) titulado «No importa quién esté luchando, el hambre siempre gana”, estima que, a nivel global, el hambre y la malnutrición han aumentado de forma constante desde 2015, afectando ahora a más de 250 millones de personas. Como resultado, el coste estimado de responder a las necesidades humanitarias a nivel mundial ha aumentado un 25% solo en el último año. La publicación afirma que, más del 85% de los 258 millones de personas en el mundo que sufren hambre en su fase más severa viven en países afectados por conflictos e inseguridad. La organización humanitaria analiza pruebas de múltiples conflictos en todo el mundo para identificar las conexiones específicas y complejas entre los conflictos y el hambre.
El informe de Acción contra el Hambre incluye perspectivas de primera mano sobre las repercusiones de los conflictos en la seguridad alimentaria en países como la República Centroafricana, la República Democrática del Congo, países del Sahel como Níger, Mali y Burkina Faso y otros como Colombia y Siria, con testimonios recogidos sobre el terreno. El informe detalla las formas en que los actos de violencia provocan hambre y ofrece recomendaciones sobre cómo las partes en conflicto y los Estados miembros de la ONU pueden reducir el hambre provocada por los conflictos e invertir en la consolidación de la paz para prevenir la inseguridad alimentaria.
La publicación recuerda que un hace cinco años que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas adoptó por unanimidad la Resolución 2417, que reconoce el vínculo mortal entre los conflictos y el hambre, y declara que utilizar la inanición como arma puede constituir un crimen de guerra. A pesar de este hito, no ha habido enjuiciamientos por crímenes de hambre y el hambre provocada por los conflictos ha ido en aumento.
ACH sostiene que los conflictos y la violencia son los principales factores causantes del hambre, mientras que los fenómenos meteorológicos extremos, las crisis económicas y la subida de los precios de los alimentos también contribuyen a esta grave crisis alimentaria y de malnutrición. El derecho internacional humanitario prohíbe los bloqueos, los desplazamientos forzosos, la contaminación por minas y los ataques contra la tierra, los alimentos, el agua y los trabajadores humanitarios. Sin embargo, Acción contra el Hambre y otras organizaciones denuncian que esas acciones se producen con impunidad y dejan a la gente con pocas opciones para alimentarse y alimentar a sus familias. Si bien el hambre en sí mismo no siempre es la causa directa de los conflictos armados, puede ser un factor desencadenante o exacerbante en determinadas situaciones. A continuación, se presentan algunas formas en las que el hambre y la guerra pueden estar relacionados:
- Escasez de recursos: En muchas ocasiones, los conflictos armados ocurren en regiones que ya están afectadas por la escasez de recursos básicos, como alimentos y agua. Los enfrentamientos por el control de tierras agrícolas, rutas comerciales o fuentes de agua pueden llevar a la interrupción de la producción de alimentos y a la destrucción de infraestructuras, lo que a su vez contribuye al hambre en la población.
- Desplazamiento de población: Los conflictos armados suelen llevar al desplazamiento forzado de poblaciones enteras. Las personas desplazadas se ven obligadas a abandonar sus hogares, tierras y fuentes de subsistencia, lo que puede generar inseguridad alimentaria y malnutrición. La falta de acceso a alimentos adecuados durante el desplazamiento puede agravar la situación de hambre y debilitar la resistencia física de las personas afectadas.
- Bloqueo de ayuda humanitaria: En situaciones de guerra, es común que se impongan bloqueos y restricciones en el acceso de ayuda humanitaria a las zonas afectadas. Esto dificulta la distribución de alimentos, medicinas y otros suministros vitales, lo que puede agravar la situación de hambruna y afectar aún más a la población civil.
- Economías devastadas: Los conflictos armados tienen un impacto devastador en las economías de los países afectados. La infraestructura económica, incluyendo la agricultura, el comercio y la industria, puede quedar destruida o paralizada. La falta de empleo y oportunidades económicas puede llevar a la pobreza y al hambre generalizada en la población.
- Ciclo de violencia: El hambre y la escasez de recursos pueden generar tensiones y conflictos entre diferentes grupos étnicos, religiosos o políticos. Estos conflictos pueden desencadenar o alimentar ciclos de violencia que perpetúan el hambre y la inseguridad alimentaria en el tiempo.
El director de incidencia y relaciones institucionales de Acción contra el Hambre, Manuel Sánchez-Montero declaró que: “El mundo se ha comprometido y ha creado marcos para proteger a los civiles y evitar que el hambre se utilice como arma de guerra. Ahora que millones de personas se enfrentan a la inseguridad alimentaria en los conflictos, es el momento de traducir estas promesas en acciones significativas. Instamos a los Estados miembros de la ONU a que utilicen su influencia y sus inversiones para que las partes beligerantes rindan cuentas por las violaciones del derecho internacional, para garantizar el acceso seguro de ayuda vital a las personas y comunidades necesitadas y para construir la paz.”
El informe presenta también una serie de recomendaciones a tener en cuenta:
1. Respetar el Derecho Internacional:
- 2417 del Consejo de Seguridad de la ONU (CSNU) y otras resoluciones pertinentes que condenan la inanición de civiles como método de guerra.
- Poner fin a todas las acciones que perpetúan el conflicto y provocan situaciones de hambre que ponen en peligro la vida, incluidos los ataques indiscriminados contra infraestructuras civiles, en
consonancia con la Resolución 2573 de la ONU. - Cumplir con las obligaciones en virtud del DIH, salvaguardar y facilitar el acceso humanitario sin trabas a todas las poblaciones vulnerables, sin interferencias ni discriminaciones, y garantizar la protección del personal humanitario y sanitario.
- Cumplir la Resolución 2664 de la ONU e incluir exenciones humanitarias en todos los regímenes de sanciones y de lucha contra el terrorismo para permitir la prestación de ayuda humanitaria vital a todos los civiles necesitados.
- Defender el derecho de las personas a la alimentación utilizando la influencia diplomática para prevenir y responder al hambre provocada por los conflictos.
- Los Estados deben ratificar la enmienda al Estatuto de Roma que convierte en crimen internacional el uso de la inanición como método de guerra y reconocerlo como delito en sus propios ordenamientos jurídicos.
2. Prevenir las crisis alimentarias y humanitarias incipientes y crecientes:
- Reforzar la gobernanza mundial y la presentación de informes basados en pruebas sobre el hambre provocada por los conflictos mediante el establecimiento de un mecanismo específico de supervisión, presentación de informes y rendición de cuentas. El objetivo de este mecanismo debería recopilar y canalizar información sensible sobre inseguridad alimentaria en conflictos armados y situaciones de violación de la Resolución 2417 del CSNU y del DIH.
- Cumplir los compromisos existentes, como el compromiso del G7 de Elmau de sacar a
500 millones de personas de la inseguridad alimentaria y la malnutrición para 2030 y los
compromisos del Pacto sobre la Prevención de la Hambruna y las Crisis Humanitarias
del G7. Deben comprometerse, además, a aumentar la financiación para hacer frente a
las necesidades humanitarias urgentes y al hambre. - Invertir en acciones anticipatorias, recuperación humanitaria temprana, y la consolidación de la paz y medios de subsistencia resilientes para evitar que las crisis humanitarias se conviertan en
catástrofes. - Resolver la cuestión de los desplazamientos prolongados causados por los conflictos facilitando el retorno voluntario en condiciones de seguridad y dignidad. Invertir en la reintegración, la recuperación y el fomento de la resiliencia de las poblaciones desplazadas, tanto las de acogida como las retornadas.
3. Invertir en la creación de medios de subsistencia resilientes y seguridad alimentaria:
- Proporcionar financiación humanitaria y de ayuda oficial al desarrollo (AOD) flexible y
a largo plazo para hacer frente a las causas subyacentes de los conflictos y la violencia. Esto incluye la promoción de soluciones sostenibles y locales de producción de alimentos para aumentar la disponibilidad y diversidad de alimentos, reduciendo así la dependencia de los alimentos de emergencia. - Garantizar que los programas humanitarios vayan más allá de la sensibilidad al conflicto,
mediante la construcción de una cohesión social entre las comunidades de acogida, los
desplazados internos, la población refugiada y retornada, utilizando un enfoque de triple
nexo sensible a las necesidades humanitarias (acción humanitaria, desarrollo y paz), garantizando un acceso justo a los recursos naturales y a los servicios. - Apoyar a los agricultores mediante el refuerzo de buenas prácticas de gobernanza, en consonancia con las normas del ámbito de la seguridad de la tenencia y promoviendo el uso consensuado de la tierra y la resolución de conflictos, garantizando un acceso equitativo a la tierra para agricultores y
pastores. - Integrar la AOD en la acción diplomática a fin de respetar y defender el DIH y ofrecer protección a los productores y mercados de alimentos contra los ataques.