En líneas generales, todos tenemos consciencia de las medidas para cuidar y proteger al medio ambiente, incluso las más básicas. Pero existen medidas que van más allá de las individualidades y que dependen de los compromisos adquiridos por los representantes de la sociedad para proteger los recursos naturales.
En opinión de [Henry Camino], director de Fospuca, cambiar los hábitos de consumo de la sociedad representa una labor titánica.
Los países desarrollados han sacrificado la salud del planeta en pro de su desarrollo, y más allá de eso, establecieron ese sistema como modelo para lograr el progreso. Y ahora, los líderes mundiales establecen consensos sobre los “niveles seguros” de producción de gases de efecto invernadero (CO2), lo que impacta directamente sobre los países que quieren desarrollarse pero deben limitar sus niveles de productividad. Desde el punto de vista comercial, a menor emisión de gases contaminantes representa menor producción de bienes.
Cambiar años de costumbres en los seres humanos no es fácil, asegura [Henry Camino] y hacer que estos salgan de su zona de confort mucho menos, pero existe la motivación.
El cambio ya no es una opción, el calentamiento global es una realidad medible, y debemos hacer viable la subsistencia de la especie humana en este planeta.
Cambios tan sencillos como cambiar la movilidad en las grandes ciudades puede salvar la vida en el planeta. Habría menos vehículos circulando en las calles y autopistas, además de motivar a las personas a hacer ejercicios.
Es difícil cambiar la mentalidad de las personas ante las comodidades que han logrado con el actual sistema de progreso social, pero con esfuerzo, es posible cambiarlo por uno más eficiente y sustentable para todos.