La emergencia en el Amazonas no parece tener fin, para muchos científicos es crónica de una muerte anunciada, motivado a que el pasado mes el IPCC publicó un informe especial que reitera la urgencia de actuar para combatir el colapso ambiental que se avecina, se produjeron incendios masivos en el Ártico.
En comparación con otros incendios forestales amazónicos este es doble, motivado a que la selva amazónica es la extensión de selva tropical más grande y con mayor biodiversidad del mundo.
Asimismo la selva tropical representa un sumidero de carbono esencial que absorbe el CO2 de la atmósfera, pero también, al quemarlo, libera grandes cantidades de gases de efecto invernadero, acelerando así el círculo vicioso del calentamiento global.
Los incendios forestales, se expanden cada vez más rápidamente y están destruyendo la selva amazónica a un ritmo alarmante.
Raíz del problema
Especialistas indican que la problemática atmosférica se agudiza aún más, tras la llegada del Presidente Jair Bolsonaro, ya que mantiene un mal manejo de la agenda ambiental, siendo esta de desregulación y de poco respeto a las instituciones o la ciencia.
Todo indicaría que la flexibilización de los permisos de expansión de los agronegocios para nuevos cultivos o pastos para la ganadería en áreas protegidas ha perforado la legislación ambiental del Brasil.
Mientras tanto, la economía mundial todavía consume productos brasileños o firma acuerdos comerciales, como la UE con los estados de Mercosur que causarán daños más graves a la Amazonía y a toda la agricultura sudamericana.