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Rorro y Jesús llegan entusiasmados a una cancha en la Colonia Valle del Sol, en Tonalá. Con cuidado, colocan un costal con botellas pet sobre la báscula, mientras Andrea García y su equipo toman nota. La joven les entrega una ficha que simboliza su ganancia; la próxima semana estos niños podrán intercambiar este vale por alimentos y productos para el hogar.
Así es como trabaja el colectivo PROTrash, una iniciativa que surgió como un proyecto estudiantil, que busca fomentar el crecimiento social en zonas marginadas de la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG) a través del intercambio de basura reciclable por alimentos.
“PROTrash es un emprendimiento que tiene como finalidad generarle un ingreso extra a los habitantes de zonas vulnerables, por medio de un recurso que ellos mismos generan, botellas pet, por ejemplo”, sostiene Andrea García.
Para ello, los ciudadanos mexicanos deben mantener sus calles limpias y recolectar la basura reciclable. Luego, jóvenes voluntarios de PROTrash compran comida no perecedera y productos que son demandados por las comunidades. Es decir, reciclar a cambio de alimentos.
Ejemplo a seguir
Yuritzi Jiménez señala que, tras esta iniciativa, ahora «las calles están más limpias y los vecinos se organizan mejor para evitar arrojar basura en vía pública».
“La colonia se ha visto más limpia, por ejemplo, los parques siempre se veían plásticos, basura, de todo, y ahora ya no encuentras eso. Si ves basura, alguien la recoge y se la llevan para su montón. PROTRash trae un beneficio económico y ecológico, y familiar, porque todos en casa sabemos que debemos recolectar y limpiar”.
La chica argumenta que los niños son los más participativos, son los primeros que buscan desechos reciclables, ayudan a su familia a obtener beneficios y siempre desean ser los primeros en querer que llegue el fin de semana para truequear sus productos por alimentos. Y después de «trabajar», siguen jugando -lo que mejor saben hacer-.